Por JULIO FENTANES
Alternativas

El proceso electoral va avanzando a paso acelerado, ya se acabó enero y los candidatos que todavía se auto definen como precandidatos, hablan de todo tipo de propuestas, sueltan mucho rollo, critican todo, nada les gusta, sólo ellos tienen la mesiánica razón de todo lo que proponen, pero a ninguno he escuchado hablar realmente con datos en la mano de desarrollo de infraestructura.

Es cierto que en sus campañas abordan lo que es uno de los principales problemas de este país: la inseguridad, que es parte de una complicidad oficial; también estamos atorados por la corrupción que se desbordó del clásico y aceptado “diezmo” en todo lo que tenía que ver con compras y ventas gubernamentales hasta un “ventiezmo” ó más, y tener que untar la mano hasta el chalán de las tortas que trabaja en cualquier dependencia de gobierno si se quiere que avancen los trámites, pagos, estimaciones de obras, etc, etc; elevando los costos y consecuentemente haciendo trabajos y vendiendo productos de pésima calidad.

Pero lo que pocos destacan o prácticamente nadie lo toma en cuenta, es que la falta de infraestructura en México ha sido una de las causas técnicas, más allá de la política, que estancaron al país pese a presumir que puede estar entre el G7 y el G20.

Con Peña Nieto avanzamos algo y ha sido satazanido que se está construyendo el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México por ejemplo, nadie tampoco considera que los puertos se están modernizando, o ampliando, o que hay más inversionistas haciendo negocios en ellos; tampoco que la red carretera ha crecido. Eso no es magia ni producto de generación espontánea.

Claro que muchas de esas grandes obras, están opacadas por la espantosa corrupción que dábamos cuenta líneas arriba. Por tener autopistas súper caras de empresas que han sido acusadas de corruptas y desaseadas.

Sin embargo, corrigiendo el tema de la corrupción que aparece hasta en las mejores familias y los gobiernos de todos los colores, México no puede insertarse entre los grandes jugadores de las potencias económicas mientras no tenga una infraestructura que de movilidad y productividad, que abarate los costos y abra la competencia.

Y no hay hasta el momento ninguna propuesta de los genios de la política que quieren ser Presidentes, para continuar y mejorar el desarrollo de infraestructura.

Peña Nieto pasará a la historia como lo quieran dibujar, pero nadie podría escatimarle al hombre, que está poniendo las bases para tener un México más comunicado de manera que pueda permitir una logística más competitiva.

Y aunque a muchos les caiga mal, y aunque sean imperfectas, las tan llevadas y traídas reformas estructurales, lo cierto es que pusieron las bases para cambiarle no solo la cara, sino la dirección productiva y competitiva de nuestro país.

Es cierto que hay que quitar a empresarios y funcionarios corruptos y coludidos, y que entiendan que el gobierno no es su empresa privada ni para enriquecerse, pero también hay que mirar al futuro con asertividad y positivismo.

¿O no?