Expansión informo que a Andrés Manuel López Obrador le sobra lo que a los inversionistas les falta en cuanto a las expectativas de crecimiento de la economía de México: confianza.

Analistas coinciden en que, a 100 días de iniciado este sexenio, hay más incertidumbre que certezas y una clara y urgente necesidad de inversión privada para crecer.

En el transcurso de este periodo de arranque, el presidente se lanzó un desafío, cumplir con la meta de crecimiento económico de 2% para este año, pese a que Bank of America Merrill Lynch, el FMI, el Banco Mundial y hasta el Banco de México recortaron, uno tras otro, sus pronósticos.

“Yo acepto los desafíos. Si ellos dicen 1% yo (…) digo el doble, y está grabado, vamos a ver quién tuvo la razón”, afirmó en enero el mandatario.

Para evitar que una inminente desaceleración en el primer trimestre afecte el resultado anual, el reto es recuperar la confianza de inversionistas y, con ello, que abran sus billeteras. “Vemos la confianza empresarial deprimida y, con esto, la inversión puede ir también a la baja”, advierte Gabriela Siller, de Banco BASE.

La confianza que logre transmitir junto con la reasignación del gasto público a inversión son claves para reactivarla, sostiene Finamex Casa de Bolsa, en un reporte.

La inversión fija bruta mostró una fuerte caída en los últimos dos meses de 2018, al caer una tasa de 2.3% en noviembre y una tasa de 6.4% en diciembre, la caída más pronunciada desde septiembre de 2013.

“En el mediano plazo, la menor inversión implica un menor crecimiento del empleo, lo cual a su vez limita la capacidad de consumo de la población hacia 2019 y 2020”, dice Banco Base en un reporte.

La apuesta de López Obrador, sin embargo, está centrada en el consumo que pueden detonar los apoyos de dinero directos a la población a través de sus programas sociales.

“(Es) preocupante porque si la inversión privada no acompaña ese crecimiento, entonces no va a ser muy sostenible en el tiempo”, dice Jaime Reusche, analista de la calificadora Moody’s.

Los próximos 265 días determinarán si López Obrador ganó su desafío o tendrá que explicar qué falló en sus datos y su confianza.